¿Qué le pasa al «Sol y playa»?
El turismo, como actividad, ha estado asociado durante décadas a la presencia de playas y buen clima en un espacio geográfico determinado. Soy de la opinión de que las generalizaciones son odiosas, y es evidente que siempre han coexistido diversas formas de «hacer turismo», vease el «grand tour» que realizaban los jóvenes de la alta sociedad europea en el s. XIX, las visitas a balnearios, ciudades culturales, montaña, etc…
Desde el florecimiento explosivo del turismo de masas, en la década de los 60, hablar de turismo, siempre ha ido ligado a playa, tumbonas y chiringuitos, mal que nos pese. Los europeos nos recuperamos de diversos avatares, y salimos maleta en mano, a broncearnos y a disfrutar de la costa, entre los meses de Abril y Octubre el flujo de visitantes a las zonas costeras era constante y abundante. La orquesta turística, dirigida por las grandes agencias de viajes o Tour Operadores, tenia buen ritmo, y a todos (empresarios, población local y turistas) les encantaba su son. Pero, como en todos los cuentos de hadas, aquí también hay una bruja mala, que hace que las cosas se compliquen, poniendo a los actores contra las cuerdas.
Muchos destinos de sol y playa, se acomodaron a la seguridad de las «garantías» que aportaban los grandes Tour Operadores, ofreciendo un pago seguro por todas y cada una de las camas de un hotel, durante 6 meses al año. El hotelero, al tener su cupo «cubierto», ya no asumía riesgos, era la agencia la encargada de llenar las habitaciones, el pago se acordaba a principios de temporada, y era problema de la agencia el que hubiera habitaciones vacías, a final de temporada los ingresos por alojamiento, iban a ser los mismos con un 70% que con un 100% de ocupación. Interesaba tener más ocupación pues, así se incrementaban los ingresos de bar y restaurante, pero no había un riesgo financiero, no había miedo al descalabro. El hotelero dormía feliz, sabiendo que su hotel iba a producir, su única preocupación era reclutar al personal y encargarse del mantenimiento, para cumplir con las exigencias de equipamiento de las agencias de viajes.
Esta era la foto de la mayoría de hoteles de casi todos los municipios turísticos de Baleares hace tan solo 10 años. En aquella época, pocos eran los que se encargaban de elaborar bases de datos para hacer un uso efectivo de ellas, ¿para que? si el turista no era su cliente, su cliente era el Tour Operador, el nombre de las personas no era importante… El turista era poco mas que un borrego, con todos los respetos.
El lobo nos fue mostrando sus orejas tímidamente, durante algunas temporadas, los más avispados olieron el riesgo, y decidieron diversificar y poner sus huevos en varias canastas, empezar a vender algo por su cuenta, se hizo importante la atención al cliente, la calidad, la fidelización, etc… pero era de boquilla. Papá Tour Operador seguía llenando las habitaciones, y si no lo hacia, al menos pagaba por ello… Hasta que llegó la crisis y el descalabro de la industria, se eliminaron las garantias, y muchas agencias de viajes empezaron a tener serios problemas… Consecuencia: No llegan turistas al hotel.
El panorama ahora es desolador, hace casi 1 mes que estoy en Mallorca, y me llegan historias por todos lados, reducciones de plantilla, hoteles que abren solo 3 meses, otros que ni abren, verdaderas guerras entre propietarios y trabajadores en muchísimas empresas… Pero aún no veo que pase nada, no veo esa reacción, ese instinto de supervivencia, el espiritu de lucha!
Nos preocupamos por echarle la culpa al gobierno, a las agencias, al mercado, al ayuntamiento, a las medusas… pero no tomamos consciencia de que muchas de las soluciones y los problemas están en la propia empresa. Muchos dicen que «el sol y playa agoniza», yo no lo creo así, no creo que esté moribundo, pero sí creo que está muy enfermo, y que hacen falta cataplasmas, remedios e incluso alguna que otra «amputación». Creo que estamos huérfanos de estrategia, y que hace falta una cura de humildad generalizada, hay que hablar menos y escuchar más.
Es evidente que el mercado ha cambiado, las personas hemos cambiado, nuestros hábitos han sido marcados por la época que nos ha tocado vivir, para bien o para mal. Ya no hay unas únicas vacaciones al año: «Las del mes en la playa», somos mucho más exigentes, tenemos cultura viajera y odiamos que nos «tomen el pelo», no queremos pasar calor, ni que nos piquen los mosquitos, ni esperar 20 minutos a que nos tomen nota en un restaurante. Tampoco queremos ir a lugares sin carácter, a complejos insípidos, reproducidos en serie, como los champiñones a lo largo y ancho de nuestras costas, buscamos lo auténtico, gritamos «back to basics»!! Queremos ver la diferencia entre Torremolinos y Magaluf, entre Roquetas de Mar y Torrevieja… y la verdad, aún no se ven… Turismo precocinado lo llamaria yo, todo ya hecho, nada por descubrir… Eso ya no vende.
¿Sol y playa? Si! Claro que sí! Pero no de bote, hay que apostar por la profesionalización, por el «esponjamiento» de plazas hoteleras, por oferta complementaria de calidad, menos hamburgueserías, más mesones, marisquerías y lugares con encanto. Basta con darse un paseo por la costa, para ver qué negocios son los que funcionan, fuera del mes de agosto, como los pueblos de segunda linea se están «llevando el gato al agua». ¿Que está pasando? Gana lo auténtico, lo personalizado, lo sencillo, lo justo… De sentido común ¿no? La honestidad, la amabilidad, la frescura, el sabor tradicional ganan la partida y la pena es que muchos destinos de sol y playa tienen los ingredientes, pero no los aprovechan.
En mi próximo post tataré varios casos de éxito, que demuestran que el sol y playa tiene muchas ganas de seguir respirando.
Espero que os haya resultado interesante mi reflexión de hoy, yo como siempre he disfrutado escribiendo y compartiendo con vosotros 🙂
No soy Madrileño, mucho menos Europeo. Sólo un mexicano que no deja de encantarse por tus artículos y compartiendo contigo el gusto por explotar lo auténtico, lo distintivo, lo que deje huella.
En nuestro país se vive una situación similar en las zonas hoteleras, se debe impulsar más lo regional para así fomentar más el turismo. Porque playas hay muchas, y las de tu tierra son de las más bellas, así hay por todos lados, pero que todos nos llevemos un muy buen sabor de boca, verdadero del lugar que visitemos.
Exactamente de eso se trata, de llevarse un buen sabor, y a ser posible, que sea el sabor auténtico del lugar, sin aditivos.
Me encanta que esta forma de pensar se extienda y que poco a poco vayamos haciendo pequeños gestos que ayuden a que el sector turistico evolucione, en lugar de involucionar…
Saludos desde España!! Muchas gracias por participar 😉
Aun queda algún recuerdo de los tiempos donde nadie había oído hablar del todo incluido, aunque será difícil regresar a esos tiempos donde existía vida fuera del hotel con todo lo que ello aportaba
Hola Tomeu!!
Desgraciadamente en tiempos de vacas flacas se apuesta por el Todo Incluido, opino como tú, la proliferación de los T.I. no hace mucho daño, empobrece el destino…
Soy una persona muy positiva y por eso aun me queda la esperanza de que el sector se de cuenta de que los aires de cambio deben soplar en otra dirección…
Muchas gracias por tu aportación ;))
Saludos!!
Muy interesante tu post! Ojalá muchos hoteleros mallorquines lleguen a entender la nueva filosofía viajera, el cambio y las nuevas exigencias del turista. Estaré al tanto de tu siguiente post!
Saludos.
Muchas gracias por comentar Caterina!! Me alegra que te guste mi reflexión, ya estoy horneando la siguiente, y aunque no es mucho, espero que con mi granito de arena, online y offline, ayude a dar un poco de luz a los que están tan perdidos en el universo turistico…
Saludos!!